Con frecuencia me pregunto cómo habrían resultado las cosas de haber salido aquella noche. Claro que a estas alturas nada sería muy distinto. Usted sabe tanto como yo que el tiempo no se detiene nunca, aunque a veces nos gustaría pensar lo contrario. Tarde o temprano habría muerto, y quizá la única diferencia sensible sería la cantidad de recuerdos con los que debo lidiar a diario. Recuerdos de una esposa y de la familia que nunca llegué a tener; recuerdos de aquel viaje a París que tenía proyectado para estudiar una maestría en lenguas; recuerdos del entierro de mi padre, mi madre desconsolada en los brazos de mi hermana, y su posterior internado en un hospital psiquiátrico; en fin, todas esas imágenes que nunca llegaron a mi memoria, como la de aquel hijo mayor que me habría desquiciado con la necedad de convertirse en pintor, y la de aquella niña de rizos oscuros que habría cuidado de mí durante los últimos días. Ocurre a menudo, durante esta muerte tan larga, que los recuerdos se m
Ejercicios de aproximación literaria, relatos, canciones y otras barbaridades esquizo-lingüisticas