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Mostrando entradas de 2008

Diálogos y silencios: la necesidad del interlocutor

Entiendo (¿entendemos?) al diálogo como una conversación entre dos personas que, alternándose, manifiestan sus ideas. El diccionario de la Real Academia de la Lengua también dice que diálogo es una "Discusión o trato en busca de avenencia". Ahora que estoy sólo, encerrado en la casa sin la más mínima posibilidad de contacto humano, me planteo al diálogo como una interrogante. ¿Existe?. Durante generaciones hemos asumido la realidad del diálogo no sólo como un mero intercambio de ideas; incluso hay quien lo piensa como la base primaria del conocimiento. Y me refiero a esto dejando de lado la posibilidad del diálogo como género literario, porque a pesar de ser también un tema interesante no tiene mucho que ver con lo que me dispongo a tratar a continuación. La duda surge a partir de algunos acontecimientos acaecidos en las últimas semanas, y que lo ponen a dudar a uno sobre ciertas cosas. Yo no se cómo dialogue el resto de gente, pero en mi caso, hay una tendencia bastante arra

CONTIGO (Primera Parte)

Esta mañana recordé a Sofía. Sucedió mientras, distraído, escuchaba la música que ponía el conductor del bus cuando me dirigía al centro comercial para cumplir con un encargo de mis padres. Fue la canción de Sabina lo que me trajo su rostro inevitable. Por unos segundos sentí al mundo tambalear, como si la realidad perdiera piso, se desmoronara ante la súbita inmediatez fantasmal de una imagen que iba cobrando forma a medida que los detalles se apoderaban de mi cabeza, al compás del yo no quiero un amor civilizado... ; extraña elección para un chofer de bus de nuestros tiempos en este preciso lugar del mundo. Sofía y yo asistimos a la misma clase de Historia del Arte en la universidad. Yo cursaba el tercer año de Comunicación , y había decidido tomar aquella asignatura como una de mis optativas para llenar el hueco que tenía entre el almuerzo y la hora de entrar a la disco-tienda en la que trabajaba por las tardes. Terminada la clase, apenas me quedaba el tiempo justo para coger un bu

La que un día conocí

No lo digo porque se haya extinto el esplendor de tu figura, y no estimo que no exista el brillo que mira desde tu altura, yo no creo que mirarte en pleno no sea digno de locura, ni que el cielo ya no sienta celos de quien peca en tu cintura; No lo pienso porque se ha hecho inmenso el manantial de tus amores, mas no miento si digo que siento que perdiste los colores, no es que falte la ansiedad de sangre que deviene en tentaciones, pero ella, la que traes a cuestas, esa mujer ya no eres tú: Es la actitud, es el tabaco, la sonrisa de escenario, cuero, celular, horarios, y los tacones de tus pies; es cálculo documentado, cada hora, cada paso, economía de fin de año sin suelos, cielos, ni porqués; la cruel elegancia mató a la inocencia, costosas fragancias encubren tu esencia, hay brillo, figura, pasión y locura, pero ya no eres tú la que un día conocí. Me pregunto dónde hab

CUATRO ASES

El problema que presenta la física cuántica suele ser el mismo que el de la religión: ambas se dedican a mostrar verdades que aparecen, a primera vista, como la forzada narración de un sueño antes que como el resultado serio de un riguroso proceso de investigación; verdades que muchas veces no encajan más que en el campo de la mitología, la creencia, el dogma o, para hablar en intelectual, el simple razonamiento teórico-filosófico sobre la composición básica del Universo (a esto último se lo conoce como teología). Decir, por ejemplo, que la composición de un átomo, siendo la base de todo lo material, no está dada por "cosas" que lo integren como partes funcionales de un complejo, aunque minúsculo sistema de "algo", sino que se trata más bien de un diminuto e indeterminado conjunto de "vibraciones" que a veces funcionan como partículas y otras veces como simples ondas, resulta tan inverosímil como la historia de un grupo de esclavos judíos atraves