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La que un día conocí

No lo digo
porque se haya extinto el esplendor de tu figura,
y no estimo
que no exista el brillo que mira desde tu altura,
yo no creo
que mirarte en pleno no sea digno de locura,
ni que el cielo
ya no sienta celos de quien peca en tu cintura;

No lo pienso
porque se ha hecho inmenso el manantial de tus amores,
mas no miento
si digo que siento que perdiste los colores,
no es que falte
la ansiedad de sangre que deviene en tentaciones,
pero ella,
la que traes a cuestas, esa mujer ya no eres tú:

Es la actitud, es el tabaco,
la sonrisa de escenario,
cuero, celular, horarios,
y los tacones de tus pies;
es cálculo documentado,
cada hora, cada paso,
economía de fin de año
sin suelos, cielos, ni porqués;

la cruel elegancia mató a la inocencia,
costosas fragancias encubren tu esencia,
hay brillo, figura, pasión y locura,
pero ya no eres tú la que un día conocí.

Me pregunto
dónde habrá quedado ese brillo de inocencia;
es confuso
el color oscuro que hoy envuenlve a tu presencia;
no es que ha muerto
esa fantasía de belleza manifiesta,
pero ella,
la que traes a cuestas, esa mujer ya no eres tú

(... y como en todas las canciones, se repite el estribillo)

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