Por Javier López Narváez
En una reunión casual, hace no mucho tiempo, escuché de cierto guitarrista quiteño la teoría de que “el pasillo ecuatoriano no proviene del vals, sino del minué”. A mí, que siempre me había llamado la atención el pomposo origen de nuestra “música tradicional”, aquella afirmación me causó gracia; aunque después de reflexionar un poco llegó a infundirme cierto temor. Lo mismo me sucedió después de leer algunas de las críticas que nuestros cinéfilos intelectuales han hecho sobre “a tus espaldas” -de Tito Jara-, la que según se dice, es la película nacional más taquillera de los últimos años.
Me explico: Siempre me pareció curioso el hecho de que, mientras los bailes y músicas más representativos de América surgieran de sectores proletarios y marginales, en Ecuador se reconociera como representativo a un género que desciende directamente del vals europeo, y que en principio era un baile de salón propio de las élites. Me parece poco lógico que mientras en Argentina sea la música del arrabal, en Brasil la de las favelas, en Colombia la de los peones costeños, en Cuba la de los campesinos, en México la del rancho y en Mississipi la de sus algodonales; aquí se pretenda certificar el pedigrí de una danza europea.
Tal parece que existiera en nuestro medio un afán cuasi esquizofrénico por “blanquear” el origen de todo aquello que nos define, o que al menos pretende hacerlo. En el contexto capitalino, esa característica es propia del “chulla quiteño”; ese personaje arribista, producto del mestizaje, que vive de aparentar aquello que no es y de exhibir aquello que no tiene.
Un acertado retrato de este personaje arquetípico fue esbozado por Jorge Icaza* a fines de los 50's en “El chulla Romero y Flores”, reconocida por algunos como su mejor novela, (incluso por encima de Huasipungo). De allí, a la película de Tito Jara, hay solo un salto generacional. Un joven del sur de Quito, que alcanza cierta posición social gracias a las remesas aportadas por una madre migrante, decide negar su origen geográfico en pos de alcanzar un estilo de vida al que no corresponde su realidad.
En un país cuya práctica cinematográfica post-Cordero se ha reducido a la lectura omnisciente de la realidad a través de los filtros intelectualoides de un cerrado círculo de cineastas “del norte”; la irrupción de un outsider como Jara, que llega a recordarnos que aquí, pocas cosas son lo que parecen, y que casi nada se muestra tal cual es, ha generado una lógica reacción negativa por parte de la crítica. Digo lógica, porque se entiende. Como se entiende la pretensión de que el pasillo sea un hijo legítimo del minué.
Por eso, por estirar un poco el asunto, el pasillo que más nos representa es un poema de Medardo Ángel Silva; y jamás se escuchará a ningún J. F. Velasco cantar alguno de Segundo Rosero. Por eso, este breve discurso con tintes de diatriba social, se pretende columna para todo un diario capitalino.
Publicado en el periódico El Quiteño Nº 38, 1-7 de junio de 2011
*Algo que me parece curioso, es que el nombre del personaje principal de A tus espaldas, Jorge Chicaiza, es un Anagrama de Jorge Icaza. (JorgeChi-Icaza)
En una reunión casual, hace no mucho tiempo, escuché de cierto guitarrista quiteño la teoría de que “el pasillo ecuatoriano no proviene del vals, sino del minué”. A mí, que siempre me había llamado la atención el pomposo origen de nuestra “música tradicional”, aquella afirmación me causó gracia; aunque después de reflexionar un poco llegó a infundirme cierto temor. Lo mismo me sucedió después de leer algunas de las críticas que nuestros cinéfilos intelectuales han hecho sobre “a tus espaldas” -de Tito Jara-, la que según se dice, es la película nacional más taquillera de los últimos años.
Me explico: Siempre me pareció curioso el hecho de que, mientras los bailes y músicas más representativos de América surgieran de sectores proletarios y marginales, en Ecuador se reconociera como representativo a un género que desciende directamente del vals europeo, y que en principio era un baile de salón propio de las élites. Me parece poco lógico que mientras en Argentina sea la música del arrabal, en Brasil la de las favelas, en Colombia la de los peones costeños, en Cuba la de los campesinos, en México la del rancho y en Mississipi la de sus algodonales; aquí se pretenda certificar el pedigrí de una danza europea.
Tal parece que existiera en nuestro medio un afán cuasi esquizofrénico por “blanquear” el origen de todo aquello que nos define, o que al menos pretende hacerlo. En el contexto capitalino, esa característica es propia del “chulla quiteño”; ese personaje arribista, producto del mestizaje, que vive de aparentar aquello que no es y de exhibir aquello que no tiene.
Un acertado retrato de este personaje arquetípico fue esbozado por Jorge Icaza* a fines de los 50's en “El chulla Romero y Flores”, reconocida por algunos como su mejor novela, (incluso por encima de Huasipungo). De allí, a la película de Tito Jara, hay solo un salto generacional. Un joven del sur de Quito, que alcanza cierta posición social gracias a las remesas aportadas por una madre migrante, decide negar su origen geográfico en pos de alcanzar un estilo de vida al que no corresponde su realidad.
En un país cuya práctica cinematográfica post-Cordero se ha reducido a la lectura omnisciente de la realidad a través de los filtros intelectualoides de un cerrado círculo de cineastas “del norte”; la irrupción de un outsider como Jara, que llega a recordarnos que aquí, pocas cosas son lo que parecen, y que casi nada se muestra tal cual es, ha generado una lógica reacción negativa por parte de la crítica. Digo lógica, porque se entiende. Como se entiende la pretensión de que el pasillo sea un hijo legítimo del minué.
Por eso, por estirar un poco el asunto, el pasillo que más nos representa es un poema de Medardo Ángel Silva; y jamás se escuchará a ningún J. F. Velasco cantar alguno de Segundo Rosero. Por eso, este breve discurso con tintes de diatriba social, se pretende columna para todo un diario capitalino.
Publicado en el periódico El Quiteño Nº 38, 1-7 de junio de 2011
*Algo que me parece curioso, es que el nombre del personaje principal de A tus espaldas, Jorge Chicaiza, es un Anagrama de Jorge Icaza. (Jorge
Comentarios
no sé qué es lo que esperamos que pase los que creemos en esa identidad sin poses. hay los que se escandalizan con el éxito de delfín quishpe, por ejemplo, tratando de descalificar su acogida disfrazándola de burla. no muchos se ponen a pensar que, si así fuera, justin bieber también debería ser juzgado con la misma mala intención.
hay una inexplicable vergüenza de ser ecuatoriano. los imperialistas hicieron demasiado bien su trabajo, creo.
y digo que no sé qué es lo que esperamos, porque sé que a pesar de que somos pocos, podemos juntarnos para desenterrar nuestra cultura; no la de los arqueólogos, no la que ya no existe, ni la indigenista tampoco, sino la cultura que nos atraviesa día a día como cholos ecuatorianos que somos; sin ese falso patriotismo que huele a plástico importado.
no sé qué es lo que esperamos que pase los que creemos en esa identidad sin poses. hay los que se escandalizan con el éxito de delfín quishpe, por ejemplo, tratando de descalificar su acogida disfrazándola de burla. no muchos se ponen a pensar que, si así fuera, justin bieber también debería ser juzgado con la misma mala intención.
hay una inexplicable vergüenza de ser ecuatoriano. los imperialistas hicieron demasiado bien su trabajo, creo.
y digo que no sé qué es lo que esperamos, porque sé que a pesar de que somos pocos, podemos juntarnos para desenterrar nuestra cultura; no la de los arqueólogos, no la que ya no existe, ni la indigenista tampoco, sino la cultura que nos atraviesa día a día como cholos ecuatorianos que somos; sin ese falso patriotismo que huele a plástico importado.