Ir al contenido principal

Pequeño relato científico II

La idea de las levaduras

Javier Carvajal es un biólogo quiteño especializado en tecnología cervecera. En los laboratorios de la Universidad Católica, Carvajal dirige un ambicioso proyecto que pretende clasificar y conservar vivas todas las especies de levaduras que existen en el país. Cree que la verdadera riqueza biológica no se limita a la selva amazónica, y que el potencial de los microorganismos es infinito en sus aplicaciones históricas, científicas y tecnológicas. En el laboratorio 606, Carvajal guarda la “Colección de levaduras silvestres del Ecuador”.

Un día, hace dos años, la arqueóloga se encontró con el biólogo. Sucedió en los pasillos del Instituto Nacional del Patrimonio Cultural. Ella le contó sobre la excavación, y él sobre sus levaduras; y de aquel encuentro surgió la idea: Molestina le entregaría a Carvajal las treinta y dos vasijas de barro encontradas en La Florida, y con ellas Carvajal intentaría revivir las levaduras que los quitus de “Sierra norte” usaban para fermentar su chicha.

Comentarios

Aleph ha dicho que…
Te felicito por tu ezfuerzo, es muy buena la colección de "Pequeño Relato Científico".

Soy estudiante de periodismo y me interesa el periodismo científico y la ciencia. LLegue a tu blog cuando buscaba que proyectos de investigación científica tiene la PUCE, y nunca me imagine encontrarme con un relato como el tuyo. Solo te faltó explicar mejor que es una levadura.

Felicitaciones nuevamnete.

Entradas populares de este blog

Memoria de un rey león

Mi abuelo me llamó una tarde a su estudio, me hizo sentar en el escritorio y me puso al frente su máquina de escribir. Yo debía tener unos diez u once años y me fascinaba el arte de la escritura mecánica, muy anterior a la digital, porque le sentía un halo de misterio mágico y un vínculo secreto con la literatura. De modo que me ilusionaba jugueteando con las letras labradas en el metal del teclado y aspirando el aroma relajante de la cinta de tinta negra, cuando el abuelo comenzó a dictar un discurso. No recuerdo cuál era la ocasión exacta: una cena previa al viaje de mi tío a España o posterior a su regreso; pero el abuelo había preparado un brindis bien redactado y yo era el secretario que lo debía pasar en limpio.  Esto es lo primero que recuerdo ahora, sentado en mi propio escritorio frente a una computadora portátil. Recuerdo sus palabras, engarzadas en frases completas que me dictaba con parsimonia. Frases que se había esforzado por construir elegantes y que se e...

Cuando termine

Cuando todo esto termine, te preguntarás: ¿cómo habría sido si el viento no soplara sobre las velas de tu barca ausente?. ¿Cómo -si el sol tostara en las mañanas tu mejilla derramada entre mis dedos, y tus labios y tu lengua remojaran, con el café y el pan, mis buenos días al desayuno? Te preguntará tu piel por la piel que ha sido tuya y que no estará ya para enderezar sus grietas, ni estos dedos para enjugar tus ojos.  Te preguntarás frente al espejo por la ausencia que te abraza, y llorarás mientras escuchas el eco lejano de un canto de despedida.  Y será tarde, muy tarde, porque el sol se apaga, y la mar se seca y tu barca ausente se pierde en la orilla ocre del ocaso. Y ya no habrá pan, café, lengua y labios. Ni piel, ni mano, ni mejilla, ni huesos, ni polvo. Cuando todo esto termine, solo quedará mi canto. 

Los vegetarianos según García Márquez

COSAS DE LOS VEGETARIANOS Tomado de diario el Heraldo. 195? Para quienes no podríamos vivir sin la nutritiva colaboración de un buen bistec, los vegetarianos son una especie de santos varones, entregados por entero al culto casi sagrado de las remolachas y los espárragos. Los carnívoros comemos nuestros suculentos platos sin ningún afán proselitista y la única libertad que de vez en cuando nos tomamos en ese sentido es la de invitar a alguien que manifieste una franca preferencia por la carne de cordero, a que se coma un asado de buey. Los vegetarianos, en cambio, no se limitan a disfrutar del desabrido placer de sus lechugas, sino que manifiestan un permanente espíritu de expansión, una constante disposición de hacer del mundo moderno una bola cubierta de vegetarianos por todas partes, donde los bueyes no sean otra cosa que instrumentos para arar la tierra o para transportar las legumbres. La posición del carnívoro humano es pasiva, la del vegetariano es beligerante. Todo lo c...